Cass y Max-Ernest estaban predestinados a ser amigos, porque a los dos les encantan los misterios y, además, los dos son un «poquito» singulares. Cass es una niña que predice desastres, a veces más de la cuenta. Por eso siempre va equipada ante cualquier emergencia: mapas, cuerdas, linternas, etc. Max-Ernest tiene dos nombres porque sus padres no se pusieron de acuerdo ni siquiera en cómo llamarlo. A él le encantan los acertijos y las bromas –aunque no consigue que nadie se ría– y habla mucho, muchísimo. Cass y Max-Ernest acabarán siendo amigos, sobre todo porque tienen que descubrir la extraña desaparición de un mago. La primera pista les conduce a su casa; el mago ha dejado un diario y una serie de acertijos: el primero es muy claro: ¡AYUDA! El problema es que parece que hay alguien más que busca el diario del mago: dos extraños personajes, auténticos maniquíes, perfectos y, eso sí, con las manos enguantadas, quieren ese diario. Y, según parece, esos dos personajes regentan un exclusivo spa… Será cuestión de investigar