En los años sesenta, el viejo pueblo de un niño nigeriano de cinco años fue atacado por soldados. Su madre lo había dejado solo en casa y tuvo que escapar corriendo de las bombas y el fuego. Salvó su vida adentrándose en La Maleza, ese territorio mágico prohibido a los humanos donde viven y luchan los espíritus yoruba. Nuestro niño pasó más de 30 años en La Maleza, rodeado de muerte y espíritus, tratando de encontrar el camino de vuelta a casa. Se casó dos veces, fue rey, dios y esclavo, fue vaca, caballo, cabra, comió oro, plata y bronce, caracoles y serpientes. Combatió en dos guerras y fue condenado a muerte seis veces. "This is what hatred did" es la lapidaria frase con la que termina la novela de Amos Tutuola "Mi vida en la maleza de los fantasmas" (My life in the bush of ), publicada en 1954, por la que tuvo que abandonar Nigeria debido a las violentas reacciones que produjo. Asimismo, es el punto de partida de la versión que la fotógrafa Cristina De Middel ha hecho de la tenebrosa historia en las calles de Makoko, un barrio flotante de la ciudad de Lagos en Nigeria. Allí conviven los espíritus con los humanos que no logran escapar, los ritos como algo cotidiano y una atmósfera que da pie a un relato fantasmagórico. El libro resultante de este proyecto que combina la historia original del autor nigeriano con la realidad de un país que sufre la pesada carga del estereotipo africano, juega con la doble narrativa que ofrecen el texto y la imagen, así como con las diferentes capas de significado que la unión de ambos producen. Una zona gris entre lo documental y lo ficticio que pretende arrojar algo de luz a la realidad de un continente cada vez más opaco."
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